Los caminos de las drogas son inescrutables
"A mi no me da miedo morirme. Lo que realmente me aterroriza es que vosotros os muráis primero"
A continuación lágrimas, abrazos y promesas improbables que a todos nos sientan bién.
Locuras, miniaturas, envolturas, souvenirs y desastres varios.
"A mi no me da miedo morirme. Lo que realmente me aterroriza es que vosotros os muráis primero"
Buenos días!
Miedo me dá que me gustes más cuando sonríes. Me pierden los torsos, lo sabías? Y me gustan los tíos buenos porque sí, porque me gusta más follar por la mañana, cuando puedo mirar a la cara sin que me crujan los huesos. Llámame desequilibrada si quieres, pero te equivocas conmigo. Reir y llorar es algo que todos llevamos dentro. Vale, no a la vez, pero es que a mi me sale junto, qué le voy ha hacer? Estoy cansada de que no me escribas cuentos, ni canciones, ni nada de nada. De que me sobre cama por los dos lados desde que te conozco. De vestirme de princesa cada vez que estoy soberanamente aburrida y de que tú no puedas verme. Miedo me dá que no seas como te invento.
Me han pasado este meme y como tengo tiempo libre por el cual me pagan (toy en el curro XDDD) pues lo hago:
Hace algunos años veraneaba con mi prima en el pueblo de sus abuelos. En el trayecto jugábamos al veo-veo y a las adivinanzas y cantábamos canciones hasta que mis tíos nos suplicaban que nos calláramos. También nos hacíamos las mareadas y parábamos a mear tropecientas veces. Los niños son insoportables por mucho que la gente diga. De pequeña quería vivir en ese pueblucho donde siempre era verano y podía acostarme más tarde de la una. Creo que me enamoré de todos los chicos que allí había y creo también que alguno me besó. Luego crecí un poquito, muy poquito, lo suficiente para pensar que el veo-veo era el juego más estúpido que existía y que lo que de verdad molaba era salir con mis amigas a pasear, cogiditas del brazo, comiendo pipas en la plaza y hablando de “nuestras cosas”. Tenía una lista secreta con los chicos que me gustaban, aunque los primeros puestos los ocupaban las estrellas de Súper Pop. El resto, chicos malos y peligrosos que ni me miraban (jajaja). Después vino la adolescencia y me dió una colleja de cojones, y como vi que aquello podía acabar conmigo intenté huir por todos los medio posibles. Así que, muy a pesar de mis padres, fuí una chica rarita y orgullosa de serlo. Me puse a trabajar de noche y a estudiar de día. Tenía 16 años y ganas de comerme el mundo. Y el que me comió fue un chico valenciano 8 años mayor que yo en una playa paradisíaca. Creí sin duda que era el hombre de mi vida, pero me mandó a freír espárragos una vez acabado el verano. ¿Quién dijo que el amor fuera fácil?. Mis amigas me aburrían y fui dando tumbos durante un tiempo. Viajé y me drogué, y conocí gente que me dió la mano y gente que me dió la espalda. La vida nocturna estaba acabando conmigo y con mi adolescencia, pero terminé los estudios y encontré un buen novio que me quiso hasta que me dejó. Después vine a Barcelona y todo se calmó. Había corrido tanto que estaba desesperadamente agotada y empecé a caminar con paso firme pero contínuo. La universidad, mis amigos, los fines de semana. La música, los festivales, MI casa. Ignorante lo serás tú.
J. y M. son mis mejores amigos. Pero hoy sólo hablaré de M.
Qué sencillo era mirarte y olvidar
Hay días en los que el deseo de dejar de existir cobra mucha más fuerza que cualquier otro deseo. Alguien me dijo una vez que las personas tristes no interesaban a nadie. Yo llevo dos días llorando. Lloro constantemente, y cuando se me acaban las lágrimas lloro por dentro, callada y discreta. Ahora me cuesta acordarme de que hace a penas unos días era feliz, como es posible? qué es lo que ha cambiado? Me tambaleo y tirito. Reflexiono sobre la insoportable levedad de mi ser, si es que soy alguien, y no trasciendo. Nada me retiene, y nada se convierte ahora en mi mejor elección. No exageremos, no hay para tanto. Nadie nos preguntó si queríamos estar aquí, y bueno, todo eso de que la vida es un regalo, bla, bla, bla, en mi opinión la vida es una montaña rusa, en la que mantenerte más tiempo arriba o abajo no importa demasiado porque el final siempre es el mismo. Así que tenemos dos elecciones: seguir subidos en ella hasta que decida pararse o bien arrojarnos al vacío justo antes de vomitar, si es que podemos. Porque incluso la opción que podría parecer más sencilla se convierte a la hora de tomarla en la más complicada. Las estadísticas dicen que un 86% de la población ha tenido pensamientos de suicidio. Evidentemente, no todos lo han hecho. Seguramente yo ayudo a subir la media, pero aún así me parece mucho. Eso me lleva a pensar que a la mayoría de mis amigos en algún momento se les ha cruzado un pensamiento similar, y así todo se normaliza un poco. Porque sinceramente, soy una persona bastante corriente y moliente. No es que me pase la vida quejándome o depremida. Tal y como he dicho solía ser bastante feliz. Pero incluso entonces no dejaba de darle vueltas al tema, y ahora... bueno, ahora las cosas no van muy bien que digamos, porque no dejo de llorar y todo se complica y no se muy bien qué hacer ni por donde tirar... Quizá, si me concentro mucho, pueda dejar de existir...
“Hoy me he despertado sangrando. Creo que hay algo roto en el colchón. Sangro y voy recordando la noche anterior”