cotidianidades

Locuras, miniaturas, envolturas, souvenirs y desastres varios.

31 julio 2006

ei ivan, take a walk on the wild side...

“Perdí cientos de horas en buscar un lugar donde tocar el suelo…” Así empieza mr. Ferreiro cuando canta “canciones para el tiempo y la distancia”. Se desmorona. Canta bajito y a dos voces. Una a cada lado. Doble pena. Sigue contando los días, descontando las horas. Que miedo. Que no pase, que no pase… “canté cien escogidas al azar. Sonó como si ya existieran. Grité las que no me gustaban. Y vi que sólo hablaba de los dos…” Joder, Iván, ya no pensaba en eso. Y duele. Y le das miedo. Dentro de ella. Dentro de ella… cantas demasiado cerca, demasiado hacia adentro. Iván se convierte en la voz de su conciencia. Está bien cubierta. Bien, bien, morirán juntos, hasta el final. Juntos. Y sigue cantando “tiemble la luna, que llene el tedio de tu cama”… “y vi que hago canciones para ti, que van hablando de los dos, sólo canciones para ti”. Su cama. Canciones para ti. Las farolas le sonríen, un poco. Muy poco. Hoy es un día perfecto. Pero no se lo cree. No cuela. Acabáramos. El Primavera terminó. Se pone de mal humor. Quedan muchos días para volver a empezar. Muchísimos y es un día perfecto. Se siente mayor, un día perfecto. Adiós Iván, adiós. Y se decanta por Wainwright. Rufus, claro. Suena diferente. Mucho. Su mundo, tu mundo. Lugares aún por descubrir. La canción muy bien producida, muy alegre. Ameniza la tarde, ya está bién. “The mind has so many pictures
Why can't I sleep with my eyes open?” No quiere ni entender esas tonterías. Pero le gusta, le trae recuerdos... de cuando las entendía, cuando le gustaban más, creo recordar. Está cansada y no piensa en el futuro.

27 julio 2006

que es...?

La tenéis que creer cuando os dice que es música. Así como tenéis que creer todo lo que ella os diga. Son las reglas del juego, sino nunca la entenderéis y nunca seréis música. No se explica con candencia, ni siquiera se explica. La tenéis que creer si os dice que la tenéis que creer. Música tenue, o rítmica, o estudiada. La tenéis que creer cuando os dice que de repente ya no importa nada si suena algo nuevo y excitante y sus oídos se acomodan y su corazón se acelera y no sabe porqué. Si fija la vista en el balcón que se descuelga sobre su cabeza y sus pasos la llevan hacia allí y todo termina y todo es negro, al principio, o al final, no sé como querréis llamarlo. A veces siente cosas que ya había sentido otras veces. Se siente nacer, el sol dándole la bienvenida, la arena del suelo raspándole la tripa. Siente hambre o sed o saciedad. Y siente sus manos, como siempre, contándole todo lo que no puede ver. A veces siente su cabeza rodando por el suelo, aplastada bajo las ruedas de un camión, su cabeza que aún siente suya y que aún es ella. También se ve por dentro y ve morir poco a poco las cosas más pequeñas que existen en ella sin tan siquiera saber que existen en ella. Poco a poco dejan de latir y de vibrar y pierden su forma y volumen y se desvanecen en el aire. Se ve fragmentarse. Vosotros en su caso, en ese mismo momento, dejaríais de tener el concepto de “yo” como lo entendéis y ya no sabríais que sois, ni dónde estáis. Tal vez, con un poco de suerte os llegaríais a preguntar todo esto justo antes de ver que es imposible hacer nada porque ya no existís. Pero también hay cosas que no oye, ni ve, ni siente, ni siquiera intuye, pero las sabe. Como que todo y nada siempre son lo mismo. Que en un futuro no muy lejano navegará por el infinito fundida con piedras, plástico y gases. Que todo lo conocido se convertirá en vacío y lo desconocido en conocimiento. Y podrá contarlo. Podrá contar un cuento a cerca de su vida y pensaréis que está loca. O pensaréis que es música pero que está loca. Y sin embargo os convencerá y permaneceréis tranquilos y sosegados.

26 julio 2006

amnesia

Otra canción más y ya van ocho. Ocho y nada. Empieza a ser aburrido esperar a que ocurra algo o a que cambie algo o a que venga alguien. Mira al cielo por entre los edificios por si acaso. Mira la salida del museo por si acaso. Mira a los chicos en monopatín que pasan por delante. Quizás esté a punto de pasar algo. Pero no. Y no recuerda nada, ni algo, que haya sucedido de repente, digno de recordar. Qué raro es todo. Ella es ella y todo lo que le rodea. Hace un poco de frío y es como si nunca antes hubiera sentido frío; tampoco recuerda esa sensación. Como la primera vez que vio el cielo o como la primera vez que vio chicos en monopatín. Sin duda todo le es familiar, por suerte no está tan desorientada. Por suerte sabe que es ella y que algo tendrá que ocurrir. Existe igual que tú existes para ella. Sin dudarlo reconocería las pecas de tu espalda, como un mapa del desierto, aunque se desvanezcan como los puntitos de antes de despertar o algo parecido. Quizás debería hablar con alguien, que le explicara. Preguntar por ti en alguna tienda, que le explicaran. Quizás alguien sabe dónde vives o como te llamas o tu color favorito, no sé, algo… Sino se conformará con volver a casa con alguien. A casa. Que raro. Suena la novena canción, o la décima, o quizás lleve la vida entera escuchando canciones.

24 julio 2006

no, no


Hay días en los que no; no hace nada; no cree en nada; no pasa nada (bueno). Lee el periódico del día con indiferencia; no llora, no ríe. Habla con gente que le parece estúpida, o amable, o corriente, gente que maldice a otra gente, que se queja de su suerte, que no sabe a dónde va. Sería bueno explicarles que sus aburridas vidas se repiten en todas las casas de todos los barrios de todas las ciudades de todo el mundo. Nada digno de ser recordado más allá de la siesta del mediodía. Se mira en el reflejo de un cristal y comprende que el tiempo es ella, su aliento metástico extendiéndose por las calles. El tiempo. Empieza y acaba en el mismo sitio. Y aunque la roza la misma luz que a otras tantas cosas existe una gran diferencia entre la ciencia y ella, entre la verdad y ella, entre todo y ella. Si hace falta, está dispuesta a morir para probar que el amor (aún cuando imposible) nunca es imposible.

23 julio 2006

Algunas veces imagina cosas absurdas y la risa se le escapa y rebota contra los barrotes de la cotidianidad. Algunas veces se cansa de tanto argumento en contra y se siente ridícula, y vuelve a reírse. Le gustan los lugares que huelen a fruta fresca, o a verdura fresca, o a hierba fresca. Fantasía tropical. El olor directo a la sien. Como con su champú. Se está bien bajo el agua con los oídos zumbando y esa especie de eco inundándolo todo. Podría quedarse un rato más. Pero no. El trópico desaparece por el desagüe en forma de espuma blanca y química. Adiós, adiós. Y frente al espejo juraría que ayer era un poco más alta… qué miedo… pone algo de música. Suena Iván “colaborando” y ella se apunta. Con las manos en la masa, amasando, los dos, o los tres, según convenga. Qué hambre. Se prepara un sándwich mixto y se come la mitad. Mitad de culpa. La mitad de la mitad. Y con tanta mitad se quedará a medias, como Verónica, la de Calamaro, digo.

21 julio 2006

Primer contacto con le realidad (la suya, por supuesto)

La muerte-no por anunciada es menos dolorosa.
Sueña. Y sueña con misiones improbables. Aún no ha abierto los ojos. Creo. Aún no. Es increíble. Reconoce las voces de todos aquellos a los que nunca escuchó, en sus sueños, las identifica a la perfección y entre murmullos reza un padrenuestro incompleto por su alma olvidada. Alguien camina inquieto en el piso de arriba, sobre su cabeza, mientras, en su cocina, comienza la batalla entre cafetera y tostadora. ¿Quién mueve las tazas? El ganador se sirve triunfante el desayuno de los campeones. Sondea la luz que entra por la ventana y retiene los últimos vestigios de felicidad absoluta en su memoria. Se da la vuelta y la pared. A pocos centímetros de su nariz. Tan cerca que se distrae y se le escurren los recuerdos. Está bocabajo. Creo. Desde su posición distingue la puerta totalmente definida y enfocada. Ahora. En su habitación las imperfecciones del papel pintado y la humedad parecen paisajes de un vertical cotidiano. Sin ningún misterio. Buenos días, buenos días…