Todas las palabras bellas
Edifiqué mi vida sobre la creencia de que me escribirías cuentos chinos en las esquinas de las servilletas, tras el café del mediodía, en cierto bar del centro dónde solíamos quedar.
Las cuatro y la calle ya está en marcha.
Que viviríamos cerca del mar, que tendríamos terraza y días favorables. Barbacoas con los amigos. Mañanas de prisas y malhumor- sal del baño-llegamos tarde al trabajo y aún no me he duchado- y aún así te despedirías con un beso
y sonrisas
y hastaluegos.
La lluvia bombardea mi ventana como en un ataque nuclear.
Que te comprarías un traje italiano y jugaríamos a ser gángsters de barrio. Después lo llevarías en bodas y bautizos y me reiría de ti a carcajadas. Brindemos por la feliz pareja. ¿Por qué se casará la gente? Eso me pregunto yo. Y me desabrocharías la cremallera.
Mis zapatillas se han perdido bajo el sofá y no alcanzo a cogerlas.
Que me explicarías cosas sobre todas las palabras bellas, que serían todas nuestras, que tú las conoces todas. A veces las mejores palabras son incomprensibles. No hay quien entienda los logaritmos. Pero a quién le importa si te encantan mis rodillas.
Hoy, intentando escribir “promesa” he tecleado “problema”.