cotidianidades

Locuras, miniaturas, envolturas, souvenirs y desastres varios.

12 octubre 2009

Xixón y todo lo demás

Ayer, volviendo de Sitges en tren, después de pasar un fin de semana medio-bueno-medio-malo, volví a sorprenderme fantaseando con la idea de vivir en Xixón. Desde que en 2006 estuve allí por primera vez, ha sido un pensamiento recurrente en determinados momentos de mi vida. Concretamente en los momentos malos. Tampoco tengo muy claro el por qué, supongo que es la sensación de “estar en casa” que sólo había tenido en Barcelona, sólo que ahora ya no la tengo.
Hace una semana que he encontrado un currodemierda, uno de esos curros que te hacen sentir que tu vida está predestinada a ser un enorme fracaso, que deberías empezar a asumir que los sueños de infancia no son más que eso: sueños de infancia, y que en realidad sólo los elegidos tienen derecho a ser felices. Así que asúmelo, cojones. De nada sirve estudiar, tener ganas o esforzarse si tienes que coger un currodemierda para sobrevivir. He llorado un mar cada día desde entonces. Soy incapaz de asumir nada.
Por otro lado está C. (I never dreamed that I'd meet somebody like you. And I never dreamed that I'd love somebody like you) y todo este amor infinito que no sé cómo gestionar. Y cómo no sé cómo gestionarlo, y además estoy aterrorizada, le alejo de mí con mis gilipolleces. Hasta que diga “basta”, y sea él quien se canse, y me deje, y entonces haré mis maletas y me plantaré en Xixón. Porque no tendré a dónde ir y porque en Barcelona nadie me espera. C. es de las mejores cosas que me ha pasado en la vida, pero no puedo decírselo, así que ahora es un secreto entre vosotros y yo.
Y aquí estoy: son las 15:31 de un lunes festivo. Voy en pijama y estoy sin comer. Sólo tengo ganas de fumar porros y escuchar a Nacho Vegas hasta la saciedad. Y de verdad que pagaría porque alguien me dijera que todo va a ir mejor.