Oz y todo lo demás
Un animal gordo y viejo se le acerca. Indiscutiblemente es de ciudad, no distingue su especie, no distingue su raza. Va borracho, o drogado. Ni la ve. Se para entre dos papeleras a oler cualquier porquería. Parece un poco triste, como sin casa. Le acaricia el lomo “porque siempre viene bien un poco de cariño”, pero sale corriendo impulsado por un sonido prácticamente inaudible, por la experiencia supongo. Los dos saben lo que nunca se entiende. Sí, están de acuerdo, forman un gran equipo. Ella y el animal de ciudad. Aunque parece estar un poco desorientado. Le pierde de vista. La abandona. No la ha entendido. Mierda. Pero ahora saben que son diferentes ya… Ya. Y ahora a bailar. Baila por la calle, de noche, oscura y fría. Y baila. Anda y baila. Como Doroty en Oz. Pobre Doroty, perdida en Oz. Bailando y cantando y llorando. Se la encuentra de cara, con sus zapatitos rojos. Y se miran atónitas, como no-diciendo “qué haces tu aquí” o “quién coño eres tú”. Tiene las mejillas sonrosadas y viste un pulcro vestidito azul. Ha perdido a Totó. Éste es su cuento y no quiere ser el puto espantapájaros. If I only had a heart… Se van juntas de la mano y ya discutirán luego el final. Doroty y ella, de la mano. Las dos, andando y bailando por Oz. If I only had a brain… Le dice que no se preocupe y entran juntas en casa. Está más oscuro y hace más frío que fuera. Escucha el silencio con Doroty y se fuman un mai a medias. Dice que tiene miedo. Es que no se la puede sacar a ningún sitio. Le comenta su anécdota con el animal de ciudad y Doroty decide que se trata de Totó. También decide salir a buscarlo pero ella prefiere quedarse en casa. Así podrá buscar un final a su gusto. Y no tiene porqué ser el puto espantapájaros.
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