cotidianidades

Locuras, miniaturas, envolturas, souvenirs y desastres varios.

21 mayo 2013

Las ilusiones

-Buenos días.
-Hola.
-Lo siento, ¿es muy tarde?
-No, no te preocupes.
-¿Hace mucho que te has levantado?
-No. El tiempo justo de ir a por un periódico.
-Bien. (...) Me visto y me voy. (...) ¿Te importa que use la ducha?
-Estaba pensando que podríamos ir a desayunar algo. Aún tengo un par de horas antes de la entrevista (...) Si tu quieres.
-Me encantaría. Me ducho rápido y vamos.
(...)
-Bien. Ya estoy.
-Genial, vamos.
-¿Conoces algún sitio cerca de aquí?
-No, suelo desayunar en el hotel. Podemos dar una vuelta a ver qué encontramos.
-Claro. ¿Qué te apetece desayunar?
-Zumo de naranja natural, un café bien cargado y un mini de jamón ibérico. ¿Y a ti?
-Café con leche en vaso y tostadas francesas. También me sirven con mantequilla y mermelada. Y me apunto al zumo de naranja.
-¿Qué te parece aquí?
-Me gusta. Entremos.
-Por favor, dos zumos de naranja naturales, un café doble, un café con leche en vaso, un mini de jamón ibérico y unas tostadas francesas. ¿Me dejo algo?
-No.
-Gracias.
-¿Me dejarás probar tu mini?
-Claro. Si tu me dejas probar tus tostadas.
-Claro.
-(...)
-Oye... ¿puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-¿Tienes novia en Madrid?
-No, no la tengo.
-¿Te habrías acostado conmigo de haberla tenido?
-Probablemente no.
-Ajá...
-(...) Y tu, ¿tienes novio en Barcelona?
-Dejé una relación larga hace un par de meses, así que no, ahora no tengo novio.
-¿Como cuánto de larga?
-Más de cuatro años.
-Eso es mucho tiempo.
-Sí, lo es.
-¿Amantes?
-Sí, tengo un amante.
-Háblame de él.
-¿Qué quieres saber?
-No sé... Cómo os conocisteis, cómo es él, en qué lugar se enamoró de ti...
-Bueno, nos conocimos en medio de un apocalipsis emocional e intentamos rescatarnos mutuamente. No salió demasiado bien, así que ahora nos limitamos a disfrutar del tiempo que compartimos juntos.
-¿Le quieres?
-No lo sé. Supongo que a mi manera.
-¿Y por qué estás con él?
-Es guapo e interesante. No tanto como tú, pero cumple los estándares. Y a mi siempre me han gustado los chicos guapos. Qué le voy ha hacer.
-Gracias por el cumplido.
-De nada. Es la verdad.
-¿Vas a contarle ésto?
-No lo sé. Depende.
-¿De qué depende?
-De si vamos a volver a vernos.
-No lo sé. Depende.
-Jajajaja... ¿y de qué depende?
-De si quieres que volvamos a vernos.
-Sí. Quiero.
-Bien.
-¿Y tu?
-Sí.
-Bien.
-¿Cuándo?
-Pon tu la fecha.
-Esto va a sonar petulante, pero tengo que mirar mi agenda. Tengo algunos viajes programados próximamente.
-Habría sido peor que dijeras que debía hablarlo con tu secretaria.
-No tengo secretaria.
-Mejor, porque nunca habría hablado con ella para quedar contigo.
-(...)
-(...)
-En realidad me gustaría invitarte a Madrid, a pasar unos días.
-¿Crees que es buena idea? ¿¡Sin mirar tu agenda?!
-Jajajaja...
-No, en serio, piénsalo bien. Sólo hemos pasado una noche juntos. Ha sido genial, no me malinterpretes, pero por favor, no hagas promesas que no vayas a cumplir. No hace falta. Y no lo soporto.
-Quiero que vengas a Madrid a pasar unos días conmigo. Quiero enseñarte un par de sitios que creo que te van a gustar. Saldremos a cenar. Te llevaré a mi cine favorito de la ciudad. Podemos pasear por La Latina y emborracharnos en Malasaña. Te presentaré a mi amigo Daniel, y a mi amigo Jorge, que tiene un grupo. Iremos a La Buena Vida y podrás elegir el libro que más te guste, invito yo. Seguro que hay algún concierto interesante, miraré la programación de salas...
-(...)
-No vendrás a Madrid, ¿verdad?
-Si fuera yo quién te hubiese hecho una propuesta similar probablemente ya estarías en la otra punta de la ciudad, huyendo de mi como de un enjambre de abejas asesinas.
-Probablemente.
-¿Por qué crees que iba a venir a Madrid? A penas te conozco.
 -Porque fuiste tú quién se acercó y me dijo: ¿quieres cenar conmigo? Y yo te dije que sí, y ahora me debes una.
-Cuando te lo pregunté jamás pensé que me dirías que sí. Me moría de ganas, claro, pero me parecía tan improbable y lejano que apenas era una posibilidad.
-Pero te dije que sí.
-Sí. Y ahora quieres que vaya a Madrid.
-Sí.
-Y después, ¿qué?
-Bueno, después ya veremos.
-Ahora soy yo quien se precipita y tu quién se asusta. Tienes miedo.
-No es miedo, es prudencia.
-Llámalo como quieras.
-Lo llamo prudencia.
-Claro. (...) Deberíamos pagar. Se te está haciendo tarde.
-Tienes razón. Invito yo.
-No hace falta.
-Insisto.
-De acuerdo.
-De acuerdo, ¿qué?
-Vendré a Madrid. Unos días. Pocos. A ver qué pasa.
-¿De verdad?
-Sí.
-Me muero de ganas.
-Jamás pensé que te oiría decir algo parecido. Bueno, en mi imaginación sí, pero me refiero así, cara a cara.
-Ya ves. Yo tampoco pensé que diría algo parecido en mucho, mucho, muchísimo tiempo. Pero tal vez tengas razón.
-¿En qué?
-En que la vida está para vivirla. En que estamos hechos el uno para el otro.
-Iba borracha cuando lo dije.
-Pero no cuando lo pensaste. Reconócelo.
-Lo reconozco.
-Bien.
-Me gustas. Vamos a llevarnos bien.
-No me cabe duda. Y tu también me gustas.
-Mira. Ya están ahí, esperándote.
-Sí. Llego tarde.
-Que vaya bien la entrevista.
-Gracias. Te llamo en los próximos días. Miro mi agenda y te llamo en los próximos días.
-Claro. Esperaré tu llamada.
-Genial. Tengo ganas de enseñarte Madrid.
-Bien.
-Bien.
-Bien.
-Me tengo que ir.
-Claro.
-Nos vemos pronto.
-Claro.
-Hasta pronto.
-Adiós.

14 mayo 2013

Todas las canciones hablan de mi

Hace ya algún tiempo leí un poema de Jorge Luis Borges* en el que hablaba de las cosas que hacemos por última vez sin ser conscientes de que va a ser la última vez que las hagamos. Esa idea me inquietó durante un tiempo, intentando dilucidar si ya estaba en ese momento de la vida en el que hay que estar más atentos a las despedidas que a los encuentros, por si son las últimas, por si no se vuelven a repetir. Así, recuerdo la última noche que dormí con mi ex, o el último beso que le di a L. Nadie dijo que recordar esas cosas fuese bonito, o que estuviera exento de dolor. Más bien todo lo contrario.

Poco tiempo después le di la vuelta al asunto y empezó a sorprenderme el echo de no recordar en qué momento aparecieron ciertas personas en mi vida que a día de hoy considero imprescindibles. ¿Cuándo fue la primera vez que nos vimos, que nos gustamos, que empezamos a quedar? ¿Cómo fue aquel primer encuentro? ¿Fue una conexión instantánea, fue mutua? No alcanzo a entender cómo he podido olvidarlo.

Sin embargo, muy de vez en cuando, una se topa con ciertas personas que tienen la osadía de no pasar inadvertidas, de destacar por encima del resto iluminándolo todo a su paso, como una luciérnaga gigante o una bengala salvavidas. Aunque no quieran; aunque ni lo sepan. Y cuando ves por primera vez a una de estas personas, lo recuerdas para siempre. Claro.

 Por aquel entonces yo andaba preocupadísima por el echo de que no existiese otro hombre tan interesante como mi ex en la faz de la tierra. La mayoría de chicos que conocía me aburrían soberanamente, me resultaban insustanciales, vacuos, prescindibles. Como decía Dante en Martín (Hache): hay que follarse a las mentes. Y eso, mi ex, lo hacía como nadie.

Y así, en medio de aquel apocalipsis emocional, una noche de abril muy pero que muy hostil, una canción de Nacho Vegas (de nuevo, de pseudo-nuevo, de nuevo-nuevo) hizo que mi despiadado y frenético zappeo televisivo frenara en seco ante aquellos acordes tan acogedores, reconocibles, familiares. Era La 2, Versión Española, "Todas las canciones hablan de mi". Pues vale.

Mientras veía la película mis sentimientos fueron acometiendo estadios: del rechazo a la atracción, de la incredulidad al optimismo, del fastidio al deleite. Así, llegó a su fin mientras en mi paladar se instalaba un regusto amargo, desesperanzado. No iba a encontrar a nadie como él. Nunca podría olvidarle. Toda mi vida condenada a darme cabezazos contra una pared.

Y

 entonces

 apareció él

 iluminándolo

todo

JONÁS

Reconozco que fue la primera vez que supe de su existencia. Al principio ni atendí a lo que decía. En mi cabeza seguía dándole vueltas a aquel final, a ese NO en mayúsculas que creía intuir. Después reparé en sus gestos. Ese fue el detonante: sus gestos. Sus manos moviéndose lento y luego rápido, enredándose en el aire como una cometa. Y sus manos me llevaron a sus palabras. Y en ellas me quedé, meciéndome como en un hamaca, como si estuviese en una playa o bajo la intemperie cósmica. Y no podía para de escucharle, al otro lado de la pantalla, en otro tiempo y a distancia. Y de repente caí: mi mente era un fraude. Su peli era un fraude. Porque siempre hay alguien más. Mi ex o cualquier otro. Mejor Jonás que cualquier otro, pero alguien como él en los parques. Cambiaría mi vida en un instante.

Y desde entonces algo verde y vivo ha enraizado en mi pecho. Puede que sea esperanza, o primavera, o puede que sea amor. Amor a la vida. A mi vida. Amor, amor, amor.
Y qué más da si al fin y al cabo sé que Jonás existe y con eso ya es bastante.

*Por si a alguien le interesa buscarlo, su título es "Límites".